Se van de casa, pero no para mejorar su situación personal, sino para vivir de alquiler, en muchos casos compartiendo piso y aún dependen económicamente de sus padres.
El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha publicado un estudio en el que ahonda en los procesos de emancipación de los jóvenes. Las conclusiones son que en 2007 ha aumentado el porcentaje de menores de 29 años que abandonan su hogar, con respecto a otros años, pero no ha mejorado la situación en que estos jóvenes afrontan su nueva etapa.
De esta forma, la tasa de emancipación ha continuado en crecimiento desde el año 1996, llegando hasta casi el 30 por ciento actual, para los jóvenes menores de 29 años. A esta edad, tan sólo el 40 por ciento de los emancipados se pueden considerar independientes totalmente, es decir, que ya no necesitan a sus padres para seguir viviendo, lo que demuestra la precariedad con que acceden a la vida en solitario. Así, entre los 21 y los 29 años, la mitad o más de este grupo social aún tiene una situación intermedia de dependencia paterna, en la que se hace imprescindible la ayuda de sus familiares de origen.
En el apartado de los ingresos, este aspecto también tiene una repercusión. Resulta que sólo tres de cada diez jóvenes logra vivir exclusivamente de lo que ganan, y la dependencia económica con los padres cunde entre más de la cuarta parte de los jóvenes mayores de 27 años.
En el apartado laboral puede encontrarse la causa de esta precaria emancipación. Según el CIS, el acceso al primer trabajo se realiza en condiciones de precariedad, por lo que la inserción en el ámbito laboral no facilita una emancipación total ni independiente.
Por cierto, el estudio del CIS aborda también otro dato importante: el nivel de estudios es significativo en el nivel de porcentaje de jóvenes que deciden marcharse de casa. Aquellos que tienen estudios superiores, abandonan el hogar más tarde, mientras que los que sólo tienen estudios obligatorios, deciden vivir solos antes.
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