San Martín rinde homenaje a Gaspar García Laviana (comandante Martín), sacerdote español que luchó junto a los sandinistas nicaragüenses.
Nació en 1941 en Les Roces (San Martín del Rey Aurelio) y emigró años más tarde al pueblo langreano de Tuilla. Estudió bachillerato en Valladolid y Filosofía y Teología en Logroño, donde se ordenó en la orden del Sagrado Corazón. Celebró su primera misa en el año 1966 en la parroquia de su pueblo natal. Después se trasladó a Madrid, donde terminó un cursillo de Sociología. Aquí mismo compatibilizó su sacerdocio, en la parroquia de San Federico, con el trabajo de obrero en una carpintería del barrio. Durante los tres años que permaneció en Madrid trabajó intensamente con la juventud y con grupos de sacerdotes obreros con el afán de implicarse cristianamente en la marcha social.
En 1969 se fue a Nicaragua para trabajar como misionero en Tola. Allí estuvo con los campesinos locales y tomó contacto con las dificultades que afrontaban día a día. Con frecuencia visitaba a los enfermos y fue llamado muchas veces ante la falta de medios médicos a disposición de los campesinos. Criticó duramente la práctica del secuestro de las jóvenes que eran obligadas a prostituirse, secuestros que eran amparados por el ejército del dictador Somoza. García Laviana expresó su desacuerdo en la opresión de los campesinos pobres y su marginación en la sociedad en varios poemas que fueron publicados en una colección en 1979 con el título "Las canciones de amor y guerra", el primer libro publicado por el Ministerio de Cultura del Gobierno sandinista.
García Laviana fue acusado de ser simpatizante comunista debido a todas sus críticas y sus denuncias ante la corrupción y la injusticia del régimen somocista. En 1977 recibió amenazas telefónicas y fue seguido por agentes de Somoza para comprobar sus actividades, que consistían en ayudar a los sandinistas actuando como correo, transportando gente y, principalmente, educando a los campesinos para que fueran capaces de comprender por sí mismos la situación en la que se encontraban. Este sacerdote asturiano estaba muy influenciado por el espíritu de la Teología de la Liberación, que ponía en lugar preferencial la acción pastoral con los pobres. Finalmente acabó tomando las armas al entender que un cambio político pacífico no ayudaría a paliar las terribles necesidades y represión que veía todos los días en Nicaragua. Estaba decepcionado con la jerarquía nicaragüense, que falló en su discurso a favor de los pobres y oprimidos. Aunque nunca perdonó la violencia, vio en ella el único medio para que los pobres de Nicaragua fueran liberados de su opresión.
Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, reconoció la importancia de la participación de García Laviana en la lucha revolucionaria. La vinculación de García Laviana en la revolución nicaragüense animó a los católicos a apoyar al FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional), dando al movimiento revolucionario legitimidad moral. Muchas de las preocupaciones de García Laviana se convirtieron en prioridades para los sandinistas cuando asumieron el poder. El Gobierno revolucionario instauró la asistencia médica como una prioridad principal, puso en práctica las iniciativas de reforma agrarias que redistribuyeron la tierra a muchos campesinos individualmente y en cooperativas, y denunciaron la prostitución. Gaspar García Laviana murió el 11 de diciembre de 1978 en combate dirigiendo la columna “Benjamín Zeledón”, 10 meses antes del triunfo del FSLN.
Nació en 1941 en Les Roces (San Martín del Rey Aurelio) y emigró años más tarde al pueblo langreano de Tuilla. Estudió bachillerato en Valladolid y Filosofía y Teología en Logroño, donde se ordenó en la orden del Sagrado Corazón. Celebró su primera misa en el año 1966 en la parroquia de su pueblo natal. Después se trasladó a Madrid, donde terminó un cursillo de Sociología. Aquí mismo compatibilizó su sacerdocio, en la parroquia de San Federico, con el trabajo de obrero en una carpintería del barrio. Durante los tres años que permaneció en Madrid trabajó intensamente con la juventud y con grupos de sacerdotes obreros con el afán de implicarse cristianamente en la marcha social.
En 1969 se fue a Nicaragua para trabajar como misionero en Tola. Allí estuvo con los campesinos locales y tomó contacto con las dificultades que afrontaban día a día. Con frecuencia visitaba a los enfermos y fue llamado muchas veces ante la falta de medios médicos a disposición de los campesinos. Criticó duramente la práctica del secuestro de las jóvenes que eran obligadas a prostituirse, secuestros que eran amparados por el ejército del dictador Somoza. García Laviana expresó su desacuerdo en la opresión de los campesinos pobres y su marginación en la sociedad en varios poemas que fueron publicados en una colección en 1979 con el título "Las canciones de amor y guerra", el primer libro publicado por el Ministerio de Cultura del Gobierno sandinista.
García Laviana fue acusado de ser simpatizante comunista debido a todas sus críticas y sus denuncias ante la corrupción y la injusticia del régimen somocista. En 1977 recibió amenazas telefónicas y fue seguido por agentes de Somoza para comprobar sus actividades, que consistían en ayudar a los sandinistas actuando como correo, transportando gente y, principalmente, educando a los campesinos para que fueran capaces de comprender por sí mismos la situación en la que se encontraban. Este sacerdote asturiano estaba muy influenciado por el espíritu de la Teología de la Liberación, que ponía en lugar preferencial la acción pastoral con los pobres. Finalmente acabó tomando las armas al entender que un cambio político pacífico no ayudaría a paliar las terribles necesidades y represión que veía todos los días en Nicaragua. Estaba decepcionado con la jerarquía nicaragüense, que falló en su discurso a favor de los pobres y oprimidos. Aunque nunca perdonó la violencia, vio en ella el único medio para que los pobres de Nicaragua fueran liberados de su opresión.
Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, reconoció la importancia de la participación de García Laviana en la lucha revolucionaria. La vinculación de García Laviana en la revolución nicaragüense animó a los católicos a apoyar al FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional), dando al movimiento revolucionario legitimidad moral. Muchas de las preocupaciones de García Laviana se convirtieron en prioridades para los sandinistas cuando asumieron el poder. El Gobierno revolucionario instauró la asistencia médica como una prioridad principal, puso en práctica las iniciativas de reforma agrarias que redistribuyeron la tierra a muchos campesinos individualmente y en cooperativas, y denunciaron la prostitución. Gaspar García Laviana murió el 11 de diciembre de 1978 en combate dirigiendo la columna “Benjamín Zeledón”, 10 meses antes del triunfo del FSLN.
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